martes, 4 de agosto de 2009

HIS LOVE IS THICKER THAN I THOUGHT T_T

“I’ve never felt this healthy before,

I’ve never wanted something rational.

I am aware now,

I am aware now”

(HEAD OVER FEET- ALANIS MORISSETTE)



Primer Sábado de Agosto. Son las nueve de la mañana. Es otro día gris, frío en mi ecléctico mundo azul, pop, y por supuesto, aviesamente GAY. Me despierto despeinado, un poco malhumorado y hambriento. Vibra el teléfono en mi mesa de noche. Es mi madre que me pide de buenas maneras pagar los servicios. Accedo, sin protestar. Es muy temprano para pelear. Abro las ventanas, siento ese aire gélido recorriéndome grácil. Me miro en el espejo. Me reconozco lindo. Pienso que al fin de cuentas, tengo que estar enormemente agradecido por lo que soy (tengo) (para mí, “ser” es sinónimo de “poseer”) y aunque siempre todo me parece poco. Podría ser peor, ¿no?

Me deslizo a la ducha; la soledad, el vapor, el jabón de glicerina, el agua mansa despiertan una sensualidad contenida y unas ganas enormes de sentir otro cuerpo junto al mío. Y ME ACUERDO DE ÉL. Mi niño querido, mi fraile, que está a un par de horas de distancia, trabajando. Haciendo lo que más le gusta: reparar lo que no funciona, lo que se detiene. Me lo imagino (en realidad me lo alucino) adentrándose en los guiñapos y engranajes de maquinas portentosas, ruidosas pero productivas. Y la idea mola bastante, para una mente febril como la mía.

Pero tengo miedo de que me guste más, y más. Ya le he advertido que habitan en mí ciertos elementos y rasgos psicóticos poco recomendables para la felicidad: padezco de insomnio y migraña, me dopo diariamente para poder conseguir el anhelado sueño, tengo una memoria impía que sólo recuerda lo malo, detesto el sol, tengo fijaciones MUY ORALES, soy insaciable en la cama, perfeccionista, caprichoso, engreído, materialista y, en el amor siempre tengo muy mala fortuna, por eso prefiero estar solo. También le he repetido hasta el cansancio que soy un animal salvaje y (quizá) feliz, que no quiere dueño ni jaula, que vive saltando tejados ajenos y moviéndose sagazmente siguiendo el instinto, que es mi mayor argumento de vida. Y que me cuesta confiar porque siempre estoy dudando de todo y todos, excepto de mí mismo.


No sé cómo explicarle que soy 90% defectos y 10% virtudes. Soy un cocktail peligroso y demasiado caro para alguien tan bueno y honesto como él. Que me han herido tanto, hasta arrancarme el corazón, que me ha costado un mundo, regenerarme, reinventarme y arrancarme la piel en carne viva una y otra vez para ser yo mismo. Aprender a anteponer mis deseos y necesidades no ha sido fácil tampoco. He tenido que alejarme del mundanal ruido para construir mi propio espacio mental y anímico.

Aunque ahora con el fraile en mi camino, me siento ligeramente diferente. El mundo tiene otro olor, algunas cosas me parecen menos graves. Su voz en el teléfono, sus mensajes, su nutrida paciencia, la forma en que me dice que me quiere. Es inevitable no ceder un poco a su ternura, a veces me provoca creerle todo y entregarme (en los cinco sentidos) a sus planes. Sin embargo, aún no lo he decidido. Es que según sentencia mi enrevesado pasado amoroso, siempre que me animo por alguien, éste siente ganada la batalla. Da por hecho que siempre seré suyo y descuida la relación. Se enfría, me enfrío y los dos terminamos como cerámica al frío. Entonces busco algo de valor en el dolor (quizá ardor) y me voy sin mediar explicación, con un nudo en la garganta, el corazón marchito y los ojos mojados.