sábado, 25 de julio de 2009

LICANTROPÍA

"I hate the world today. You're so good to me, I know but I can't change. Tried to tell you, but you look at me like maybe I'm an angel underneath: Innocent and sweet." (BITCH- MEREDITH BROOKS)"


Pero no puedo arriesgarme a caer en esos terrenos pantanosos de la pasión. Le explico mis razones psicológicas. No las entiende. No tengo ganas de esto. Le cuento de mi LICANTROPÍA, de mis excentricidades (que para mí no lo son), mis manías, mis fijaciones, mis defectos. A ver si consigo alejarlo. Tampoco lo logro. Obtengo los resultados contrarios: que se interese más en mí. Empiezo a creer que tiene huevos de acero… xD

Me pone en una situación extraña, de quiero y no quiero. Pero no me convence del todo. Me invita a salir. Obvio que le diré que no. Le prometo que le conseguiré una amiga para que vea esas películas fantasiosas que tanto detesto. Decido mandarle a mi asistente. La huelga de transporte daña mis planes. Lo llamo, confirmo que está en camino. Hablamos por internet, lo veo devorar comida chatarra. Me pide que salga con él, no accedo. Se enoja. Me dice que soy interesado, que sólo me importa lo material Y ES CIERTO. Pero me jode que me lo diga. Me siento mal, al borde de las lágrimas. Es que últimamente ando sensible. Me desconecto. Cometo el error de brindarle mi número. Él me llama, me dice que no quería herirme. Pero es un gran huevón! Ya lo hizo.

De todos modos, me las ingenio para que una amiga cercana salga con el fraile. Ella se sorprende de la historia extraña. No sabe que soy gay. No lo pregunta. Quizá lo sospecha, pero hace bien en no decirme nada. La acompaño al lugar del encuentro. Lo veo sentado detrás de las piletas. Mi amiga baja del taxi, y yo regreso rápido a casa, a dormir. Con una sensación de vacío, de tristeza. Me tomo mi xanax con un vaso de guaraná descafeinada.

Se lo pasan bien, pasan más horas de lo previsto. Tanto que se me pasa el efecto de la pastilla, y me levanto. Él me dice que me quiere, que me llamará más tarde. Lo hace, me vuelve a repetir que me quiere. Me quedo helado, MUDO. Empiezo a dudarlo. Le timbro. Vuelvo a dormir. Me llama como diez veces, pero apenas alcanzo a ver la pantalla del móvil parpadear y hacer vibrar mi velador.


Al día siguiente, me llama mi amiga. Tiene toda la información que necesito. Quedamos de vernos, cerca de donde está el fraile. Conversamos. Me despido. El fraile me llama, me invita a almorzar. Me mantengo en mi negativa. Me duele un poco. Tengo miedo. Esto es así, como el mar. Vemos la orilla y nunca el final. Y YO NUNCA SUPER NADAR. Me siento frágil, vulnerable. Lo único que pienso es que el fraile es muy bueno, merece ser feliz. Y quizá yo no pueda ser participe de eso. Es probable que el se vaya cuando cambie la marea.


PERO NO ESTOY SEGURO DE CUÁNTO TIEMPO MÁS RESISTIRÉ EN ESTA BARCA!!!

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